Los centros educativos son herederos de la tradición libresca ligadas a los saberes académicos institucionalizados. El alumnado participa de esta cultura oficial dentro de las aulas y, fuera de ellas, se implica con la cultura popular, la educación informal y las redes sociales de amigos.
Dentro de las aulas, el alumnado está desconectado aunque cuente con aulas de informática o su centro pueda tener conexión a Internet. Fuera de las aulas, colaboran en las redes sociales utilizando un paradigma solidario y colaborativo donde cada uno puede ser participante y coautor de todo el proceso. En el horario escolar suelen estar condenados a la competitividad y al individualismo, mientras que una vez fuera de la institución educativa pueden encontrarse con “sus amigos” y construir discusiones, organizar su tiempo de ocio, aprender cosas nuevas siendo la información la materia prima de estas interacciones.
Las tecnologías digitales y las redes sociales han hecho visibles las prácticas comunicativas que imperan en la enseñanza: transmisivas y reproductoras. En los centros educativos debemos evitar la utilización de las tecnologías para la conectividad para no repetir las viejas concepciones pedagógicas de la reproducción y el aislamiento.